Coprocesamiento como forma de manejo de los residuos: una amenaza en curso en la región

México, noviembre 2020.

Ignorando las advertencias de expertos en materia de gestión de residuos, el Senado de la República de México aprobó el pasado mes de noviembre, por unanimidad, una modificación a la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR) con el objetivo de incluir el coprocesamiento como un método aparte de la incineración, con lo que otorgan a la industria cementera el control total de la gestión de los residuos municipales.

“El coprocesamiento no genera empleos, causa grandes afectaciones ambientales y a la salud, y solo beneficia económicamente a las empresas que lo impulsan, particularmente las cementeras, es por ello que sorprende la rapidez con la que aprobaron la reforma, dado que la discusión y votación estaba prevista para el jueves 19, y se aprobó vía rápida el miércoles 18 cuando solo estaba programada su lectura. Esta decisión no toma en cuenta las alertas hechas por diversos expertos durante el parlamento abierto sobre co-procesamiento efectuado en octubre”, denunciaron diversas organizaciones mexicanas.

Al impulsar el co-procesamiento se está impulsando una visión de gestión de residuos que privilegia su incineración en lugar de apostar por otras opciones basadas en la jerarquía de gestión de residuos donde se privilegia en primer lugar evitar la generación de los mismos: diseñar los productos de modo que sean reutilizables o reciclables, poder reutilizarlos, remanufacturarlos, renovarlos para evitar que se conviertan en residuos, o en su defecto reciclarlos y compostarlos. La incineración/co-procesamiento no es una opción, dado que está detrás de grandes afectaciones medioambientales y para la salud humana.

Más información sobre esta campaña aquí

Para más información sobre cementeras y sus impactos en la región, revisar estos documentos:

PRÓLOGO
El análisis desde la perspectiva de la ecología política y la geografía crítica en este valioso libro revela el problema de la basura como consecuencia de una crisis civilizatoria. El modelo lineal de “extracción–producción–distribución–consumo–eliminación” genera enormes basurales que se ubican de forma inconsulta en los llamados “territorios de sacrificio” que por lo general corresponden a comunidades empobrecidas en zonas rurales.

La cartografía de los residuos sólidos urbanos (RSU) propone un diagnóstico profundo para la comprensión estructural de este problema. La información ofrecida es sistemática y la más completa hasta el momento en Ecuador. Su presentación clara en base a mapas relacionando la información con los territorios en los que se producen los deshechos, genera una necesaria contextualización ya que los procesos locales socio–económicos y culturales determinan, a su vez, el origen de los problemas y sus posibles soluciones.

El análisis de los múltiples aspectos (económicos, sociales, ecológicos, de salud, políticos, de género, etc.) que interactúan e inciden en la generación de la basura permite captar la complejidad de la problemática de manera adecuada. Además, los autores tienen una atención especial por la situación precaria de las mujeres recicladoras que juegan un papel clave en la posible transición a metabolismos circulares, ya que la aún limitada recuperación actual de materiales (entre 6 y 8 %), es casi exclusivamente realizada por ellas.

Cualquier cambio de las políticas de manejo de RSU puede tener un gran impacto en las condiciones de vida —en un sentido positivo o negativo— de este grupo poblacional tan vulnerable y a la vez tan resiliente. Ojalá el hecho de que esta obra sea el resultado de una colaboración entre investigadores de la UASB, los autores del libro, y las instituciones públicas AME e INEC (que cumplen un papel principal en el manejo de la información sobre los desechos), contribuya a que su contenido sea estudiado y puesto en práctica por los actores pertinentes.

Marc Craps, PhD
Profesor en la KU Leuven (Bélgica)
Director internacional del proyecto
“Economía Circular Inclusiva”
del VLIR–UOS con la UASB
Leuven, noviembre de 2020

Equipo de Investigación:

  • María Fernanda Solíz Torres, Universidad Andina Simón Bolívar.
  • Juan Sebastián Durango Cordero, Universidad Andina Simón Bolívar.
  • José Luis Solano Peláez, Universidad Católica de Cuenca.
  • Milena Alía Yépez Fuentes, Universidad Andina Simón Bolívar.

(Este artículo es de autoría de Mariel Vilella, Directora de Gestión de Basura Cero Europa/GAIA, y fue publicado originalmente en inglés en el Huffiington Post.)

Terminar la vida enterrado bajo toneladas de basura en un vertedero es sólo uno de los riesgos mortales que enfrentan los recolectores de residuos, los que ganan la vida recuperando, clasificando, limpiando y vendiendo materiales reciclables.

Ocurrió en Addis Abeba el 18 de marzo, cuando el vertedero se derrumbó bajo los pies de la gente debido a que las obras de construcción se llevaban a cabo en el mismo relleno sin las medidas de seguridad adecuadas. El último recuento de muertos alcanza más de cien personas, pero muchos más aún podrían estar enterrados bajo las pilas de basura.

No es la primera vez que esto sucede. En 2000, el vertedero de Payatas en Filipinas colapsó en circunstancias similares matando a más de 500 personas. En 2005, 220 recicladores perdieron la vida cuando el vertedero de la ciudad de Guatemala se derrumbó.

No es que los deslizamientos de tierra sean la única amenaza que enfrentan los recolectores cuando trabajan en vertederos abiertos. No es de extrañar que los riesgos para la salud y el medio ambiente en esas circunstancias sean un hecho, ya que los recicladores están expuestos a contaminantes y materiales peligrosos, desde la materia fecal y los desechos médicos hasta humos tóxicos y productos químicos, fuego y como se ve, superficies que se deslizan y colapsan.

Pero quizás las amenazas políticas y sociales a las que se enfrentan los recolectores de basura muestran el lado más conmovedor de este drama humano. Los recolectores de residuos, si bien son el sistema de reciclaje de facto en muchos países en desarrollo, continúan siendo marginados, criminalizados y, en última instancia, desplazados por sistemas privatizados de gestión de residuos que dan prioridad a las grandes infraestructuras industriales y no a los sistemas locales y de escala humana.

La tragedia humana en Addis Abeba es sólo la punta del iceberg – el resultado final de una serie de decisiones políticas ineficientes  que han costado demasiadas vidas. Una señal clara de que algo necesita cambiar drásticamente.

En primer lugar, los recicladores no trabajan en los vertederos por elección, sino como resultado de sistemas fallidos de gestión de residuos, extrema pobreza y desigualdad. Cuando se les da el apoyo adecuado, ellos pueden ampliar sus actividades de recuperación de materiales y existen cientos de historias de colaboración exitosas entre cooperativas de recicladores e instituciones locales. Por mencionar sólo algunas:

  1. En Colombia, se han organizado 3.000 recicladores alrededor de la Asociación de Recicladores de Bogotá (ARB) y la Asociación Nacional de Recicladores de Colombia (ANR), con 12.000 miembros. Una victoria histórica se produjo a finales de 2011, cuando los recicladores ganaron un fallo judicial que prohíbe los contratos de gestión de residuos que no ofrecen oportunidades de empleo para los recicladores informales. Era una afirmación muy necesaria de su derecho fundamental al trabajo y el reconocimiento del gobierno de la necesidad y los beneficios del reciclaje. Los recicladores son ahora parte interesada formalmente reconocida en la planificación de la gestión de residuos de Bogotá. Ellos trabajan con uniformes y tarjetas de identificación que reconocen su profesión. ARB opera dos centros de reciclaje, con planes para expandir sus operaciones a lo que será el mayor centro de reciclaje administrado por recicladores informales en América Latina.
  2. En la India, la cooperativa de casi 2.500 recicladores de Pune opera un servicio de recolección puerta a puerta que se ha integrado en el sistema de gestión de residuos de la ciudad y desvía suficientes residuos para evitar 640.000 toneladas anuales de emisiones de gases de efecto invernadero. En Mumbai, un modelo altamente descentralizado de gestión de residuos basado en las personas, ha demostrado su éxito y sus líderes son cada vez más reconocidos por su destacada contribución a la ciudad.
  3. Brasil es uno de los países más progresistas del mundo en la integración de recicladores en sistemas de gestión de residuos sólidos, y Belo Horizonte ha liderado el proceso. Hay ocho cooperativas y más de cuatrocientas filiales que ayudan a asegurar la relación entre los recicladores y los beneficios de sus municipios. Entre los métodos que sirven de pilares para un buen reciclaje y el aprovechamiento de las habilidades de los recolectores se encuentran la recolección puerta a puerta de materiales reciclables, sistemas de disposición y recolección en la acera.

Desafortunadamente, este no es el caso en Addis Abeba, pero estos ejemplos podrían inspirar cambios de transformación en la ciudad para desarrollar un sistema de gestión de residuos inclusivo y centrado en la comunidad.

En segundo lugar, la construcción de un incinerador de varios millones de dólares en el vertedero no favorecerá ese objetivo. La planta aún no está en funcionamiento, pero apunta a quemar el 80% de los residuos, por lo que sus operaciones vendrán a expensas del salario vital de los recicladores, que perderán su única fuente de ingresos.

Al igual que los vertederos, los incineradores son altamente propensos a incendios, accidentes y contaminación peligrosos para la salud humana. Si las autoridades proceden a la construcción de un incinerador o cualquier otra tecnología que intente manejar una cantidad cada vez mayor de residuos, se han perdido una lección importante de esta tragedia: la única manera de proteger la vida y la salud es reducir los residuos que generamos e invertir en estrategias de “Basura Cero”.

Por último,  el desarrollo del vertedero fue apoyado por los fondos franceses de desarrollo y  “Mecanismo de Desarrollo Limpio”, el mecanismo del mercado de carbono de la ONU. Una vez más,  los países desarrollados son responsables de inversiones contraproducentes en el sector de gestión de residuos del Sur Global. Otro ejemplo reciente levantó una  bandera roja respecto de los fondos de desarrollo alemanes promoviendo la incineración de residuos en hornos de cemento en México e India, entre otros países que recibieron fondos cuestionables.

En lugar de estas tecnologías – plagadas de fracasos en todo el mundo – estos fondos de desarrollo deberían haber sido invertidos en programas de educación y difusión para reciclaje y compostaje con la incorporación de recicladores que, dejados a su suerte, hoy están enterrados bajo los residuos que la ciudad intentó esconder.
Sin embargo, nunca es demasiado tarde para darle una oportunidad a la vida. Los residuos siguen siendo un problema importante en todo el mundo, pero en muchos lugares los líderes visionarios de la comunidad, los responsables políticos y los profesionales están mostrando soluciones en  camino a un futuro sostenible – uno con la aplicación de sistemas de basura cero, que incluyen una mejor y más digna seguridad para los recicladores.

Artículo original en inglés AQUÍ

On April 14, 2017, as Sri Lanka was celebrating local New Year’s Day, Sri Lankan lives were unnecessarily lost when a massive garbage dump collapsed, burying more than a hundred people alive and killing at least 28 so far. The death toll is expected to rise.

It is horrifying that those killed had to die like this. No one deserves to die like this. No one deserved to suffer as the residents of Meethotamulla had suffered when they were forced to live next to a garbage dump for years despite their strong opposition, and when their families and houses were buried with garbage they did not even make.

Stories of hundreds of people getting buried alive under a mountain of rubbish are not new. Just in March of this year, a landfill in Addis Ababa in Ethiopia collapsed, killing more than 115 people. At least 20 people suffered the same fate in 2016 in Guatemala; and in the Philippines in 2000, another garbage slide claimed more than 300 lives.

Indeed, we have heard one too many stories like this horrifying event in Sri Lanka. It is high time that we say, “Enough!” and make those responsible for the creation of these monstrous mountains be accountable.

Let us push harder for solutions to the world’s garbage woes that do not involve using communities as dumping grounds, especially communities that are often disenfranchised and voiceless. Zero Waste solutions which are safe and sustainable and create jobs and opportunities for many already exist. Let us push governments to do a better job of taking care of their citizenry and managing garbage problems better. Let us ensure that something like this never happens again.

Signed by:

Pratibha Sharma, Global Alliance for Incinerator Alternatives India

Harshad Barde, KKPKP, India

Dr. Lubna Sarwath, Save Our Urban Lakes, India

Dunu Roy, Hazards Center Dehli

Shrada Shreyaya, Thanal, Kerala

Shibu Knair, Thanal, Kerala

CH Samuel Anyjumar, DBRC, India

Ransit Devra, Sukhdev Vihor, India

Rosham P. Rai, Zero Waste Himalayas

Dr. T Swaminathan

Sonia Mendoza, Mother Earth Foundation, Philippines

Merci Ferrer, Friends of the Environment Negros Oriental, Philippines

Jane Bremmer, National Toxics Network, Australia

S.M. Mohamed Idris, President, Consumers’ Association of Penang, Malaysia

Mageswari Sangaralingam, Research Officer, Sahabat Alam Malaysia (Friends of the Earth, Malaysia)

Dr Gopal Krishna of ToxicsWatch Alliance (TWA), New Delhi, India

Ram Charitra Sah, Executive Director, CEPHED, Nepal

Betty T. Cabazares, Kinaiyahan Foundation, Inc. Philippines

Fr. Max T. Abalos, SVD and Rhoy L. Dizon, ANCE, Inc. Philippines

Leah Primitiva G. Samaco-Paquiz, Representative, 16th Congress, ANG NARS Party-list, Philippines

Mi-Hwa KIM, Secretary General of Korea Zero Waste Movement Network, South Korea

GAIA, March 15th, 2017. More than 70 recyclers were killed and others are still missing after the collapse of tons of waste at the Koshe landfill of Addis Ababa, Ethiopia, last Saturday. The landfill has been receiving waste from the Ethiopian capital for more than 50 years — though for more than 7 years they have been aware about the inability of the landfill to continue operating.
This tragedy is the latest in a long list of accidents caused by the operation of landfills and incinerators, and a clear signal that something drastic needs to change. Currently, construction is underway for a waste burning incinerator. Yet like landfills, incinerators are highly prone to fires, accidents, and pollution that is hazardous to human health.  If authorities proceed with the construction of an incinerator or any other technology that tries to handle an ever-increasing amount of waste, they have missed an important lesson from this tragedy when it comes to waste: the only way to protect life and health is to reduce the waste we generate and invest in zero waste strategies.

In the Global South, recyclers are working to expand their materials recovery activities, and there are hundreds of successful collaborative stories between recyclers’ cooperatives and local institutions. Unfortunately, this is not the case in Addis Ababa.
Since identifying the problem of waste in the city, valuable years were lost during which zero waste systems could have been implemented, as well as programs that would have dignified and improved safety for recyclers. The pressure of local authorities to close the 50 year old landfill and build a multi-million waste-to-energy facility came at the expense of the living-wage of waste pickers, who lost their only income source when the incinerator began construction.

Negotiations that ended in the approval of an incinerator that has taken years to be built, which is not yet in operation, and aims to burn 80% of waste, at an investment cost of millions of dollars. Instead of these technologies — plagued by failures around the world — the city could be investing in education and diffusion programs for recycling and composting with the incorporation of recyclers who, left to their fate, today are buried under the waste the city tried to hide.

While the operation of advanced systems of material recovery managed by municipalities is common in industrialized countries, in the Global South most recyclers are self-employed, mainly in the informal economy, and recover reusable and recyclable items. In this way, recycling provides livelihoods to 15 million people worldwide – 1% of the population in the Global South.

Spanish version – Versión en Español

***