El sello basura cero de Filipinas: compromiso comunitario y recicladores de base

Por Camila Aguilera, comunicaciones GAIA América Latina y el Caribe.

A pesar de que el viaje desde Chile tomó dos días, una vez allá se siente que con Filipinas estamos mucho más cerca de lo que parece. Compartimos el lamentable pasado de la colonización, muchas palabras en español y una geografía que perfectamente se podría confundir con el Caribe o playas de Brasil. Una de las primeras palabras que identifiqué fue “Basura” en un letrero a la salida del aeropuerto, un presagio o simple coincidencia, juzguen ustedes. 

En el marco de las actividades del Mes basura cero tuve la oportunidad de viajar a Filipinas para asistir a la Conferencia ciudades basura cero y para conocer en terreno el trabajo que nuestros compañeros de Asia Pacífico están realizando para impulsar iniciativas basura cero desde las bases de la sociedad y con la fuerza del trabajo de cientos de recicladores, fuerza inspiradora que por fortuna también tenemos en común. 

Los primeros días se desarrolló la Conferencia internacional ciudades basura cero que tuvo como foco Basura cero, para cero emisiones. En Quezon City se reunieron representantes de gobierno, organizaciones de la sociedad civil, recicladores de base y campeones basura cero de ciudades de India, Indonesia, Filipinas, Estados Unidos, Europa y África.

Aún si tuviera que escribir sobre los paneles más interesantes de la conferencia, terminaría con un texto enorme y quiero que lean este relato hasta el final. Pero destaco como inspiración para nuestra región el lanzamiento de la red ciudades basura cero, una alianza que agrupa a más de 45 gobiernos locales, 93 miembros individuales de cinco países de Asia Pacífico. También comentarios que resuenan en América Latina, como la importancia de entrelazar las iniciativas ciudadanas, la voluntad política y la asistencia técnica para que estas sean exitosas y se proyecten en el tiempo. 

Los recicladores no se oponen a basura cero. Si los sistemas están diseñados para ser inclusivos, los recicladores nunca se opondrán. Basura cero es una oportunidad para que los recicladores sean parte del futuro.
En el sector de los residuos es donde los gobiernos tienen la oportunidad de mostrar un liderazgo ambiental real.

Lubna Anantakrishnan, KKPKP, India.

Por otro lado, las y los recicladores en Asia Pacífico al igual que en nuestra región, son un pilar fundamental en la cadena de recuperación de residuos, y no solo están trabajando para aportar a las soluciones a la crisis de los residuos, sino que también a la crisis climática. Cerrando la conferencia conocimos el trabajo desarrollado por nuestra compañera Sherma Benosa, autora de la nueva publicación EN TERRENO: Historias de recicladoras en Asia. Volumen 1: India, que documenta el trabajo de organizaciones de recicladores y miembros de GAIA sin dejar de lado sus historias de transformación, que tal como señala el texto, merecen ser celebradas y que el mundo las conozca. 

Luego de la conferencia, dimos paso a lo que para mí fue lo más significativo, hicimos visitas a los centros de recuperación de materiales (MRFs,Material Recovery Facility). Comenzamos el recorrido en Tonsuya, Malabón, donde acompañamos un retiro de reciclables puerta a puerta. 

Una recicladora se encarga de retirar los materiales secos (papel, cartón, botellas, latas, etc.) y aquellos que se van a compostar; va acompañada de una compañera que llena una ficha donde registra peso y el cumplimiento de cada casa. 

En el carro se puede ver el mensaje “No segregation, no collection” (sin segregación no hay retiro”). Si los hogares no segregan correctamente sus residuos, no se hace el retiro y se arriesgan a recibir una multa estipulada en una ordenanza municipal.

Seguimos camino a Tanza, Navotas City a conocer la experiencia de un grupo de recicladores que aparte de retirar los materiales reciclables y compostables, obtenían ingresos extra a partir de la venta de vegetales y hongos que cultivan en el centro de recuperación de materiales. 

Cruzando la calle, hay una Sari-Sari store, que sería el equivalente a los pequeños negocios que tenemos en nuestros barrios. Aquí, en coordinación con Mother Earth Foundation, los dueños del negocio dispusieron de un espacio para la venta de productos de uso diario que se venden sin envase para promover la reutilización.

Estante con detergentes en envase retornable y dispensadores de productos de alta rotación como vinagre, salsa de soya y aceite. 

La última visita del día fue en el distrito Dampalit, Malabon, un espacio lleno de plantas desde la entrada, tantas que no podíamos creer cuando nos contaron que antes el lugar había sido un vertedero. Al medio había una huerta y plantas ornamentales que estaban a libre disposición para los vecinos que quisieran ir a buscar, una de las tantas muestras de sentido comunitario y colaboración que vimos en Filipinas. 

Este centro estaba mucho más enfocado en la recuperación de residuos orgánicos de los 900 hogares que participaban en el programa. Al entrar, lo primero que vimos fue una recicladora trabajando en las pilas de compostaje que hacían con neumáticos (tire composting). 

 El biodigestor tiene una capacidad de 15 kilos y el gas lo usan para la cocina (comimos algunas cosas antes de irnos sólo para probar si funcionaba la cocina).

Al día siguiente dejamos el ajetreo de la ciudad e iniciamos el viaje hacia la isla de Siquijor, ubicada a 967 km al sur de Quezon City y la tercera isla más pequeña de Filipinas.  De esta isla ya teníamos expectativas porque en la conferencia conocimos a la Dra. Mei Ling Quezon-Brown, vicegobernadora de Siquijor, que compartió el proceso de implementación de basura cero en la isla, y el año pasado Raphaelo Villavicencio de Mother Earth Foundation, nos dio más detalles sobre el compromiso de Siquijor por proteger su ecosistema en el webinar basura cero en islas.

Después de una mañana de lluvia tropical, hicimos nuestra primera parada en la villa Sabang, Larena, donde nos recibieron los dos recicladores encargados de recolectar los residuos de los 155 hogares del sector. Los recicladores reciben ingresos por el pago municipal por servicio más la venta de los materiales. 

El distrito de Sandugan podría ser el que tiene más estilo, cómo no si al entrar lo primero que encontramos fueron jeans que usaban para compostar. Aquí los espacios destinados a compostaje parecían pequeños considerando que cubrían 290 hogares, pero esto se debía a que gracias al alto porcentaje de cumplimiento de la ordenanza (casi el 100%), los vecinos compostaban sus residuos en sus propios hogares. 

¿La clave para alcanzar casi el 100% de cumplimiento? Además de una buena ordenanza municipal, las campañas de educación, un calendario claro de retiros, monitoreo y una comunidad involucrada en el proceso son fundamentales. 

Los recorridos en Siquijor terminaron en Simacolong con una visita a la escuela primaria ganadora del primer concurso Escuelas basura cero. Aquí, el egresado de la academia basura cero, Gerechie Cutad, fue el líder en la implementación del programa en la escuela.

Para cerrar esta experiencia enriquecedora fuimos a la isla Apo, que alrededor de sus tan sólo 12 hectáreas aloja una reserva marina protegida que – quiero creer – convertiría en ambientalista hasta a la persona más indiferente.  

Este grupo de cinco mujeres construyó el centro de recuperación de la isla en plena pandemia. En primera instancia como salida económica ante la falta de trabajo que generaron las cuarentenas y que obligaron a paralizar la actividad turística. Pero luego, como le ha ocurrido a muchos recicladores, al darse cuenta de la importancia de su trabajo, se convirtieron en agentes ambientales en su barrio. La presidenta de la agrupación comenta que además de trabajar en el centro, hacen limpiezas en la playa, ya que debido a la ubicación de Apo, las corrientes del mar arrastran basura a la isla, que incluso proviene de otros países, por eso, hizo énfasis en la importancia de generar prohibiciones y programas de recuperación de materiales que sean globales, sino esfuerzos como los que están haciendo en su isla no dan abasto.

Recicladora retirando residuos.

Dejé Filipinas, admirando el poder de las comunidades organizadas y comprometidas con las acciones que se necesitan para reconocer el trabajo de los recicladores y con la protección de la naturaleza local. Absolutamente nada de lo que han logrado los grupos que conocimos sería posible si no estuvieran abiertos a aprender y a compartir sus progresos, si organizaciones y las autoridades locales no hubiesen escuchado sus necesidades con atención. La humildad y el cariño entre pares para sacar adelante proyectos por el bien común parecen haber tenido la cabida necesaria para mantener además la autenticidad de su cultura. 

Por otro lado, lamentablemente también me quedó un gusto amargo cuando al mismo tiempo vi que a nivel más macro se siguen utilizando plásticos de un solo uso en exceso, que en tiendas y supermercados los sachets llenan las estanterías y los potenciales daños que podría ocasionar el turismo, sobre todo cuando los turistas tienen arraigados hábitos de los países donde es normal el sobreconsumo y la cultura de usar y tirar. Pero estoy segura que la fuerza comunitaria va a revertir esta situación.

Como mencioné al inicio, con Filipinas coincidimos en muchos puntos, sobre todo en el reconocimiento a los recicladores de base y a la autenticidad para plantear soluciones de basura cero; en el sur global sabemos de basura cero porque ha sido parte de nuestra cultura siempre. Esto es basura cero.