Bridging the Basel Convention Gaps with the Future Plastics Treaty

While recognising and supporting the need to avoid duplication of mandates,institutions and resources between treaties, the new legally binding international instrument to end plastic pollution (“Plastics Treaty” or “the Treaty”) offers an excellent opportunity to highlight and fill gaps that either fall outside the scope of the Basel Convention or that the Basel Convention is not effectively addressing.

Tres años después de que la COP14 del Convenio de Basilea adoptara las enmiendas sobre el comercio de residuos plásticos que entraron en vigor en enero de 2021, la situación del comercio mundial de residuos plásticos ha cambiado. Sin embargo, esto continúa siendo una fuente de injusticia ambiental, ya que las comunidades y los ecosistemas de los países importadores asumen una parte desproporcionada de la carga tóxica derivada del vertido, la quema y el reciclado no ecológico de los residuos plásticos.

Three years after the Basel Convention COP14 adopted the plastic waste trade amendments that came into force in January 2021, the global plastic waste trade has shifted but remains a cause of environmental injustice, with communities and ecosystems in importing countries bearing a disproportionate portion of the toxic burden associated with the dumping, burning and environmentally-unsound recycling of plastic waste.

 International, European, Italian and Tunisian environmental groups have joined in demanding the immediate return of 282 containers full of mixed municipal waste that were illegally exported from Italy’s Campania region to the Port of Sousse in Tunisia between May and July 2020. According to the environmental organizations, the exports violated European Union law, Tunisian law as well as international waste trade treaties — the Basel Convention, the Bamako Convention and the Izmir Protocol of the Barcelona Convention.

A unque el Convenio internacional de Basilea parece que debiera prohibir la exportación de desechos tóxicos, en la práctica esto no siempre ocurre. EE. UU. sigue sin ratificar ese acuerdo internacional. Y además se recurre a subterfugios lingüísticos, como ocurre en Ecuador en la importación de basura plástica, reclasificando tales residuos como “materia prima” de una industria tolerada. La importación se hace bajo la partida aduanera número 3915, que da título a este excelente libro. Su editora, Fernanda Solíz, que dirige actualmente el Área de Salud de la Universidad Andina Simón Bolívar en Quito, es conocida por otras publicaciones anteriores. Una de ellas titulada Ecología política de la basura llevaba un prólogo de su mentor, el Dr. Jaime Breilh, y una introducción mía. Junto a ella, la periodista Susana Morán, el Área de Salud y la reciente Alianza Basura Cero Ecuador hacen parte del equipo de investigación y denuncia.

En la ecología política nos preocupamos de la energía, de los bosques y los cultivos, de la minería de metales, de los ríos y el agua, de la pesca, del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, y está bien; pero no nos preocupamos lo suficiente de los desechos y residuos (más allá del exceso de dióxido de carbono), que sin embargo sí que aparecen en las protestas ciudadanas por la contaminación y por riesgos de los vertederos o tiraderos de basuras y el peligro de la incineración. Hay movimientos
internacionales como GAIA en contra de la incineración por

el riesgo de dioxinas y hay conflictos sobre la cuestión desde California y México hasta Europa y la China. Por el contrario, algunos tratan de disfrazar el uso de residuos plásticos como materia prima (que evita tanto la incineración como los rellenos en tierra) y los ven como parte de una “economía circular” que no existe más que en la imaginación. En vez de disminuir su producción, se exportan del Norte al Sur, como insumos baratos pero peligrosos tanto químicamente como biológicamente. La investigación revela por ejemplo que las mangueras de plástico que se han empleado en regadíos y que son exportadas de EE. UU. a Ecuador (para su reciclaje) llegan llenas de tierra. Una receta para las invasiones biológicas.

El uso de plásticos ha crecido mucho y la alarma mundial por los desechos también. Una manera de disimular esos residuos consiste en exportarlos desde el Norte a los países más pobres. Y ahí se inicia este libro, con el escándalo de ver a Ecuador en un artículo en The Guardian en la lista de los mayores importadores de desechos plásticos. El libro desmenuza esta cuestión, explica el uso que se hace en Ecuador de los plásticos en la industria del banano y también en otras actividades. Se pregunta, respondiendo con muchas cifras y algunas opiniones de los principales industriales, de parlamentarios y de funcionarios de la administración, qué es lo que está ocurriendo con el aumento
irregular de importaciones de basura plástica en Ecuador. Más allá de la recolecta de plásticos por recicladores informales, ¿a qué se debe este alarmante aumento de la importación de desechos de otros países, principalmente de EE. UU.? Una explicación es que China ha prohibido hace pocos años la importación de esos desechos y, por el contrario, parece haberse convertido en exportadora.

Este libro da pues mucha información contrastada y levanta algunas preguntas que no tienen respuesta por ahora sobre un tema que no es solo ecuatoriano sino mundial. Este libro es, sin duda, muy importante.

Joan Martínez Alier
ICTA–Universitat Autónoma de Barcelona

Editora:
María Fernanda Solíz Torres


Equipo de investigación:
Susana Morán Gómez
Alianza Basura Cero Ecuador
Área de Salud, Universidad Andina Simón Bolívar

Top exporters such as the United States, Germany, the UK, Japan and Australia are placing a disproportionate toxic burden on the environment and communities in importing countries. A Global Plastics Treaty can enact stricter measures on the waste trade to prevent environmental injustices.

When China closed its borders to foreign waste in 2018, countries in Southeast Asia were flooded with garbage masquerading as recycling, primarily from wealthy countries in the Global North. This investigative report uncovers how communities on the ground were impacted by the sudden influx of foreign pollution, and how they’re fighting back.

Between January and August 2020, the United States shipped 44,173 tons of plastic waste, the same tonnage as almost 300 blue whales, to 15 Latin American countries, approximately 35 containers per day. An investigative report by GAIA LAC (Latin America and the Caribbean) members reveals the untold story of how the United States is exporting its plastic problems to Latin America–disregarding international and national laws–and the harm that it’s causing to the Latin American people and environment. The Executive Summary of the report, including its key findings, has been translated into English.

Esta es una síntesis de los informes realizados por organizaciones, investigadoras e investigadores en México, Ecuador, Chile y Argentina acerca de las importaciones de desechos plásticos en cada uno de esos países. Esta iniciativa tuvo el apoyo de GAIA para hacer un primer balance sobre el avance y los impactos del comercio transfronterizo de estos desechos en la región.