Residuos y 58 millones de elefantes, más allá de nuestra imaginación

RESIDUOS Y 58 MILLONES DE ELEFANTES, MÁS ALLÁ DE NUESTRA IMAGINACIÓN
Magdalena Donoso, enero 2017

¿Alguien puede imaginar a 58 millones de elefantes? El peso de todos ellos equivale a la cantidad de plásticos que generamos anualmente en el mundo (y esto es una parte de la generación total de residuos, por cierto). La producción anual global de plásticos de 2 millones de toneladas en 1950 aumentó a 380 millones en 2015,  y las proyecciones no son alentadoras. Los combustibles fósiles – petróleo, gas y carbón- son las materias básicas con las que se crean casi todos los plásticos, y mientras el boom de las energías renovables crece, las compañías extractivas ven en los plásticos nuevas fuentes de negocio. Se estima que para el 2050 el 20% de la producción de petróleo será usada en plásticos. Solo en los Estados Unidos, 264 nuevas infraestructuras, o la expansión de las existentes para dicho propósito, están planeadas para usar gas extraído del boom del fracking.

A los problemas propios de la extracción de combustibles fósiles y producción de plásticos se suma en forma cada vez más dramática su capacidad de invadir y ensuciar todos los rincones de la Tierra. No hay alfombras donde esconder nuestros residuos, el Océano no es una alfombra, y China nos ha hecho recordar que ellos tampoco: mientras en 2016 recibió casi el 56% del total mundial de plástico que se comercializa, desde este año cerrará sus frontera, cuando entre en vigor una restricción que abarca 24 tipos de residuos, entre los que se encuentran los plásticos.

Los plásticos, y en particular los de un solo uso como bolsas, botellas, empaques y sachets, se han instalado como una de las amenazas ambientales más serias del planeta, colonizando nuestras vidas y contaminando nuestro aire. Pero las compañías no quieren escuchar, y mientras se jactan de sus sistemas sostenibles y “cero residuos” puertas adentro, sus camiones siguen saliendo de sus fábricas con decenas de millones de artículos de plástico de los que otros deben hacerse cargo, o peor aún, de los que nadie se hace cargo. Es más, ellos mismos, en múltiples ocasiones, han reconocido lo crecientemente difícil que resulta hacer rentable el reciclaje de plásticos, cuestión que los recicladores -agentes fundamentales de la recuperación de materiales a nivel global- también constatan día a día. Lo cierto es que los productores de plástico planean inundar los mercados con un enorme crecimiento del sector de los plásticos en las próximas décadas, haciendo oídos sordos a estas urgencias y contextos.

Hoy, cientos de organizaciones, miles de comunidades y millones de personas toman conciencia y acciones para detener el desastre. Urge apoyar este trabajo, direccionar los recursos y legislar para controlar la oleada. Y es tiempo de que los gobiernos locales se unan a los anhelos de participación de las comunidades y asuman los principios de basura cero. Es tiempo de que abandonen la majadera idea de incinerar los residuos, tirando con ello por la borda la posibilidad de cumplir con la jerarquía de residuos común a muchos países: minimizar como primera opción. Son urgentes políticas de esas que nos desafían a cambiar hábitos, y a las compañías y a los gobiernos locales a cambiar prácticas, bajo un gran principio: el mejor residuo es el que no se produce.

Insistir en imitar recetas contaminantes como la incineración, que ni siquiera han dado resultados alentadores en cuanto a controlar la generación y disposición de residuos en los países “ejemplo” no tienen sentido. Es el caso de Dinamarca, el país donde en porcentaje más se incinera en Europa, y el país que más residuos per capita genera en Europa también. ¿Es eso lo que buscamos?

¿Por qué mejor no escuchar la autocrítica de Europa respecto de la incineración? En enero el Parlamente Europeo ha dado señales sobre los verdaderos pasos visionarios para enfrentar el desafío de los residuos: la Comisión Europea ha puesto en marcha una estrategia global para terminar con el círculo vicioso de los plásticos, la que orientará las futuras propuestas legislativas en este ámbito. Las prioridades son conseguir para el 2030 que todos los envases de plástico sean reciclables, reducir los residuos, cambiar la forma de producción del plástico, así como internalizar los costos ambientales del enterramiento y la incineración a través de aranceles o impuestos elevados o gradualmente en aumento. Seguido de esta noticia, el Parlamento Europeo votó a favor de detener los subsidios para la quema de residuos mezclados que se ha venido entregando y con ello corregir los incentivos que han llevado a los residuos reciclables a ser incinerados.

Enfrentamos crecientes desafíos cuando de la generación y disposición de residuos se trata, los seres humanos hemos creado el problema y no necesitamos ser tan creativos y valientes para enfrentarlo. Los ejemplos ya están tocando nuestra puerta, con cientos de ciudades apostando por reducir, reciclar y compostar, en la construcción de una relación de respeto y gratitud activos frente a lo que nos ofrece el planeta.

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